Brasil se encuentra ante uno de los momentos más importantes de su historia reciente. Jair Bolsonaro y Lula da Silva se enfrentan el próximo 30 de octubre en la segunda vuelta de las elecciones generales. Los sondeos reflejan una igualdad tremenda.
Lula da Silva ya fue presidente de Brasil entre 2003 y 2010. Su partido, de corte socialista, promete ayudas para la vivienda o la educación. Quiere ganarse el voto de las clases más populares y define a Bolsonaro como un político de extrema derecha que sólo piensa en las élites.
Él sabe perfectamente lo que es vivir en la pobreza. Empezó a trabajar en un muelle cercano a su casa, después fue vendedor ambulante, y hasta limpiabotas. De adolescente pasó por una empresa metalúrgica y al cumplir la mayoría de edad lideró un sindicato obrero.
Mal ejemplo
Sin embargo, como ha ocurrido a lo largo de la historia, muchos pobres acaban corrompiéndose con el poder y el dinero de la política. Eso le pasó a Luda da Silva cuando accedió a la presidencia de Brasil y es que protagonizó "el mayor escándalo de corrupción política en el país".
Se le condenó a 10 años de prisión por "corrupción pasiva" y "lavado de dinero", pero sólo cumplió dos en la cárcel. Salió en 2019 como una 'persona rehabilitada' y ahora aspira de nuevo a ser el presidente de la República Federativa de Brasil.