Hitler tuvo muchos problemas con las ventosidades: ¿Lo sabías?

El dictador nazi, Adolf Hitler, tuvo problemas de lo más mundano, en su caso ventosidades

B.J.
07 de Enero de 2023
Adolf Hitler
Adolf Hitler

Adolf Hitler es uno de los personajes históricos que más ha dado de sí en cuanto a documentales, películas y todo tipo de publicaciones que se han hecho alrededor de su vida. Su peculiar y particular personalidad ha proporcionado material para innumerables leyendas en torno a su vida, no sabiéndose a ciencia cierta qué es cierto o falso de todo lo que se escribe o publica sobre él.

Por ejemplo, muchos son los que han asegurado que a Hitler le faltaba un testículo, que tenía graves problemas de personalidad por culpa de su complejo de inferioridad o que tenía un incontrolable deseo por seducir a todo tipo de mujeres, sobre todo en la época de su ascensión al poder.

Adolf Hitler saludando a las tropas
Adolf Hitler saludando a las tropas

 

Muchos veían en el Führer a una especie de dios, pero sólo era un hombre, como demuestran el historiador Henrik Eberle y el profesor emérito de Medicina Hans Joachim Neumann en el libro '¿Estaba Hitler enfermo?'. En él se revela que el líder nazi era tan obsesivo con su salud que rozaba lo hipocondríaco. Confiaba tanto en la medicina tradicional como en los ritos esotéricos y llegó a tomar hasta 28 remedios al día para tratar las múltiples afecciones que padecía, entre las que se encontraban, además de la disfunción eréctil, dolores de cabeza, problemas de tensión alta y pólipos en la garganta.

Problemas de ventosidades

Pero una dolencia de lo más desagradable que padecía el líder nazi, era su problema de flatulencias. Los informes y documentos desclasificados que estudia el libro revelan que el 'Maestro de la jeringa', como se conocía al médico particular del Führer, llegó a inyectarle pequeñas dosis de estricnina -un veneno muy usado en los matarratas- para aliviar las ventosidades del caudillo nacionalsocialista. El olor que desprendía era tal que muchos de los militares impregnaban sus pañuelos en colonia antes de entrar a los búnkeres que él pisaba durante la II Guerra Mundial.

Hitler era vegetariano y desde joven tuvo problemas de digestión, espasmos periódicos y excesivas ventosidades y sudores incontrolables, según contó Neil Kressel en su libro Mass Hate. Al reducir el consumo de carne se dio cuenta de que no sudaba tanto y no manchaba tanto su ropa interior. También estaba convencido de que al comer verduras sus flatulencias no olían tan mal, algo que el resto de sus colaboradores parece que no estaban muy de acuerdo.

 

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