Hablar de Antonio Rüdiger es hablar de compromiso y entrega, ya hace algunos meses que dejó aquella imagen contra el Leipzig en las que literalmente se partió la cara por el equipo. Fue justo antes del Mundial cuando el central alemán se metió a la afición en el bolsillo.
Tras aquellos el nivel de Rüdiger y su participación en el equipo merengue no han hecho más que crecer. Algo que no se esperaban en el club pues que un jugador con la carrera ya 'hecha' se tomara tan seriamente las sesiones en Valdebebas ha sorprendido y mucho.
Llegó para completar la zaga, es decir, para ser el tercer central, pero las continuas visitas de David Alaba a la enfermería le han situado como el cuarto jugador de campo de la plantilla con más minutos.
Desde su llegada a Madrid se apreció en él un hambre inusual, no solo quería entrar en la dinámica de grupo sino que quería aportar todo lo que tenía. A sus 31 años es un jugador con largo recorrido y mucha experiencia, un plus que valoró Ancelotti hace un año para traerlo a coste cero.
El cruce de cuartos de final de la Copa de Europa del año pasado fue clave para que la directiva quedara convencida de que Rüdiger era perfil Real Madrid, algo que demuestra también en Valdebebas en cada entrenamiento.