El Barça está a punto de hacerse con la victoria en el campeonato liguero, competición que no gana desde el año 2019. En los tres años pasados, apenas ha conseguido una Copa del Rey con Koeman en el banquillo y Messi en el terreno de juego, y este año la Supercopa de España batiendo al Real Madrid en la final.
Pero de eso es de lo que menos se habla en Barcelona. El caso Negreira-Barça que implica hasta a 4 ex presidentes del club, aunque sólo hayan sido acusados dos, la posible sanción de la UEFA de un año sin poder participar en la Champions, la deuda gigante y la necesidad de rebajar la masa salarial en 200 millones para poder fichar jugadores y reforzar el equipo.
La polémica del Espai Barça y su financiación que no incluye el Nuevo Palau Blaugrana, la sospechosa concesión a la empresa turca Limak Construction de la obra de la reforma del Spotify Camp Nou y el traslado del equipo a Montjüic para disputar sus partidos la próxima temporada como mínimo, que la mayoría de los socios han rechazado y que impide a todos los abonados poder tener asiento en los encuentros caseros del equipo, además de las pérdidas anuales que supone el cambio de recinto y la no explotación del Camp Nou, son una catarata de líos que hacen que el club esté en la UCI con respiración asistida.
Tras el triplete conseguido en la temporada 2014-2015 en la que Xavi Hernández tuvo que mediar entre Messi y Luis Enrique, tras un enfrentamiento entre ellos, el Barça no ha vuelto a competir en Europa, se le acumulan los ridículos y la deuda se agiganta al mismo paso que los escándalos arbitrales que pueden tener consecuencias muy negativas para la entidad.
El fichaje de Neymar había traído malas consecuencias para Sandro Rosell, Bartomeu y el club, que fue condenado por delito fiscal por este caso. Fue el primer gran escándalo de la última década, que continuó con el Barçagate de Bartomeu.
La contratación de bots que vertían grandes críticas en redes sociales sobre jugadores y ex presidentes, además del dinero que acababa en los bolsillos de periodistas que solían defender a la directiva que comandaba Bartomeu, o el burofax de Messi que pedía salir traspasado en 2020 tras el vergonzoso 2 a 8 contra el Bayern de Münich.
El Barça parece la casa de los líos, y la sensación es que sólo estamos empezando y que grandes problemas se avecinan.