Si a la estrofa de la canción de Shakira con Bizarrap, "Me dejaste de vecina a la suegra y con la deuda en Hacienda", le añadimos que el pasado fin de semana la colombiana colocó una bruja en su terraza mirando a la casa de sus exsuegros, el mensaje está claro: Shakira y su suegra no se llevan bien.
En el año 2010, tras el Mundial de Sudáfrica, Shakira y Gerard Piqué se enamoraban entre bambalinas. Los rumores circulan durante varios meses, pero la confirmación llega algunos tantos después. En casa del culé no daban crédito. Piqué tenía entonces 22 años, es joven, guapo y millonario.
Cuando el futbolista confirma que está enamorado de la colombiana, su madre no pudo disimular su desagrado: "Estamos hablando de ambientes muy cerrados. Para muchas familias de la ciudad, si eres de Madrid ya eres un intruso. ¡Imagínate si eres de Colombia! Para Montse fue un shock". Esto decía una fuente muy cercana a la familia, además de: "La vio desde el principio como una intrusa. Un pez fuera del agua. Le molestaba todo de ella. Que fuera 10 años mayor que su hijo. Que fuera una cantante, por mucho éxito que tuviera. Que no fuera catalana o al menos de una familia reconocible. Es un círculo muy cerrado y muy clasista".
No obstante, la cosa no queda ahí, otra fuente cercana añade: "Montse no se lo puso fácil. No se fiaba de ella. La veía como un capricho más de Gerard. Con el tiempo se hizo a la idea y creo que hubo momentos en los que incluso se acercaron, principalmente con el nacimiento de los nietos, la gran debilidad de toda la familia".
Los primeros años de relación fueron algo difíciles pero muy inteligentemente, el deportista supo separar las aguas. Los peores presagios se cumplieron: Piqué se alejó de su entorno habitual para vivir su gran historia de amor. Su madre no soportaba verle en las revistas del corazón y ser visto por algunos entornos de la sociedad consumidora de ese tipo de contenidos como "el novio de". No lo quería ver en el "faranduleo". "Con el tiempo se acostumbró”.