El 27 de julio del 2011, Amy Winehouse, que había tenido problemas con las drogas, fue hallada sin vida en su domicilio del barrio de Camden Town después de haber ingerido elevadas cantidades de alcohol. En ese momento, la solista londinense de origen judío se encontraba en pleno proceso de desintoxicación.

La casa
Diez meses después de la muerte de la cantante, su familia puso a la venta su casa en el barrio londinense de Camden Town por 2,7 millones de libras (3,3 millones de euros), según informó el diario The Sun. La vivienda situada en el noroeste de Londres, se convirtió en un lugar de peregrinación para los seguidores de la artista.
Medio año después, el padre de la malograda cantante decidió subastarla debido a la dificultad de venderla a causa de la multitud de "personas molestas que hacían perder el tiempo" visitando la casa, según recogía la prensa británica. La puja, organizada por la agencia McHugh and Co., tuvo lugar en la sede de la Academia de las Artes Cinematográficas y Televisivas (BAFTA) e incluyó un total de 33 inmuebles, entre los que se encontraba la casa de Winehouse. No obstante, el catálogo no mencionaba que la propiedad del número 30 de Camden Square perteneció a la cantante ya que así lo solicitó la familia.
La vivienda tiene cuatro plantas, con una superficie de 232 metros cuadrados, tres habitaciones y un vestidor, así como gimnasio, calefacción por suelo radiante, un cuarto de música con paredes diseñadas especialmente a prueba de sonido y patios delantero y trasero con un gran jardín.
Según The Sun, se rumoreó que la vivienda podría convertirse en la sede de la Fundación Amy Winehouse, una organización benéfica creada para contribuir a causas por las que la autora de éxitos como Rehab y You know I am no good se interesaba. Pero finalmente no fue así.